Por Leonor Rivera
¿Qué es lo que impulsa a una persona a actuar de una forma o de otra en determinados momentos de la vida? ¿Estas tendencias son aprendidas o forman parte de nosotros? ¿Qué hace que se imponga una tendencia u otra? Los seres humanos tenemos el don de ayudar a la gente pero también de hacerles daño mediante nuestros actos o palabras. Pero centrémonos más concretamente en el altruismo, es decir, el comportamiento que se lleva a cabo para beneficiar a otro sin esperar recompensas de fuentes externas.
Aunque en la mayoría de los casos nuestra ayuda va dirigida al bien de nuestra familia y amigos, en muchos otros momentos esta tendencia se encamina al beneficio de personas que no conocemos y quizá nunca lleguemos a conocer.
Esta entrega hacia otra persona puede realizarse simplemente invirtiendo parte de nuestro tiempo, o donando cierta cantidad de dinero para conseguir mejorar su situación, donando sangre, un órgano etc. Como se puede ver las posibilidades son infinitas.
Lo que está claro es que cuando ayudamos a los demás nos sentimos a gusto, nos sentimos bien con nosotros mismos. Y por supuesto a las personas nos gusta sentirnos virtuosas. Sin embargo parece ser que nos vemos más capacitados para ayudar cuando nos sentimos felices.
Según algunas teorías las personas que tienen más marcada esa tendencia para la ayuda, la han heredado.
Según su hipótesis a los pocos años de vida los niños ya muestran mayor o menor tendencia para ayudar. Por eso es por lo que defienden la idea de que en cierto modo eso ya viene predispuesto en su propia naturaleza, por eso podríamos decir que el altruismo lo traen en los genes.
Frente a esta hipótesis la mayor parte de los psicólogos sociales es más partidario de explicarlo mediante la influencia que ejerce el ambiente hacia todas las personas, más que como algo con lo que nacemos.
Por lo tanto lo consideran más como un aprendizaje paulatino que como algo innato desde nuestro nacimiento.
De modo que consideran que es algo que se enseña y aprende de padres a hijos, así un niño con una marcada tendencia a ayudar a los demás, muy probablemente tenga unos padres que también se presentan sensibles ante el dolor o sufrimiento ajeno. Se trata de algo que se mama desde una edad muy temprana, y por supuesto todo esto que ve y aprecia el niño lo va a marcar.
Aprenden cómo deben comportarse, así entre todas las normas y conocimientos que adquieren de sus padres, uno de ellos irá más centrado y encaminado con la ayuda hacia los demás.
Parece ser que es algo que se va adquiriendo a lo largo de toda la vida, pero eso no quita para que los 3-4 primeros años de vida sean los más cruciales para establecer dichas pautas.
Se podría decir que el niño alcanza un grado u otro en la ayuda hacia los demás según la capacidad que demuestren sus padres para ser sensibles y cálidos en la vida diaria con sus hijos.
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