De la libertad a la genialidad


Por Rosetta Forner
Libertad. ¿Prisión-maldición o bendición?  Esa es la cuestión fundamental. ¿De verdad, queremos ser libres?
¿Estamos al tanto de la existencia de la capacidad de la libertad en nosotros? Y, ¿de nuestro derecho a ser libres? Y, ¿de la obligación o responsabilidad de ser libres?
Muchas personas a las que “coacheo” (soy su coach, esto es se han apuntado al coaching), me cuentan el miedo que tienen a ser diferentes, esto es, que les asusta sobremanera eso de “mostrarle al mundo su singularidad”. ¿Por qué? Sí, ¿cómo es que les asusta tanto el mostrar al mundo la singularidad del alma que son?
Respuesta: razones varias, tantas como hay seres humanos.
Ahora bien, puedo resumirlas en una frase, y es: MIEDO A LA LIBERTAD.
¿Miedo a la libertad?
Sí, la libertad, mejor dicho, su responsabilidad produce pánico.
Por activa y por pasiva, se nos recuerda que no está bien estar solo, que debemos ser parte del grupo puesto que somos seres sociales, que necesitamos del amor de otros, y una larga retahíla de sentencias atontadoras de la estima. Se nos empuja hacia el redil, y es que en él podemos encontrar compañía, una inestimable compañía que ocultará nuestros dones…
Porque en el club del redil la cuota para ser miembro incluye, como condición sine qua non, o sea, que más bien excluye, la genialidad. Sí, la genialidad debe quedar fuera del club, porque a ningún genio se le ocurriría ser miembro de un club cuya asociación obligase deponer la singularidad. Pero, ya se sabe, ninguno de los genios habidos en la historia de la humanidad fueron ovejitas obedientes del sistema. Ninguno. Sólo a un “enemigo de sí mismo” se le puede ocurrir desembarazarse, renegar, proscribir, desterrar, prostituir… ¡sus dones y su singularidad!
Y, todo a cambio de un miserable mendrugo de pan llamado “compañía”.
Pero, ¿qué compañía es esa que nos obliga a eliminar de nuestro Yo la singularidad que le da vida y sentido?
Seres proscritos de sí mismos. Humanos que se han pasado al club de las ovejitas o “humanoides.”
Es fascinante observar el efecto que produce en la gente el que alguien se destape en público, se confiese y exhiba sin pudor su alma: ¡la gente se queda alelada, perpleja y con ganas de abuchear al exhibicionista!
¿No?
Pues, ¡sí!
Yo soy una provocadora nata, y me gusta provocar reacciones en los asistentes a mis cursos y conferencias, ya que la “intención positiva” que tengo en ello no es ni más ni menos que la de calibrar el nivel de salubridad de los asistentes en materia de la libertad. Un alma libre es madura, inocente, genuina, espontánea, alegre, agradecida, amable, respetuosa, inteligente, sagaz y sabia. Por el contrario, los del club de las ovejitas (u “humanoides”), exhiben una opacidad grisácea, opaca y densa que rodea su “caja del tesoro” impidiéndoles mostrar sus dones, hacer uso de los mismos y reconocerse en sus talentos. Por consiguiente, cuando comparto con otros que soy un genio, la primera emoción que asoma rápidamente a los rostros de los presentes es de perplejidad aderezada de un pensamiento que le secunda veloz como un rayo y que no es otro que el siguiente: “¿cómo osa hablar así de sí misma en públic?”
Por ello, me apresuro en romperles ese estado de perplejidad con una consiga-anclaje-ruptura de su estado emocional y fomentadora de la apertura a creer en otras realidades, con la siguiente pregunta-afirmación: “Y, tú… ¿es que no crees ser también un genio…?”
La respuesta condicionada por mi pregunta pero alentada por su propio inconsciente es un rotundo sí.
Obvio.
No podía ser otra la respuesta sincera, provocada por una consigna de hipnosis ericksoniana…
Todos nos sabemos genios.
Todos somos inconscientes de nuestros talentos.
Pero, casi todos, o muchos, no se atreven a reconocerse en los espejos de sus almas. Reconocerse conlleva el atreverse a mostrar la singularidad de uno, y eso es un precio que no todos están dispuestos a pagar.
Ahora bien, ¿han considerado el precio que pagan por no hacerse caso a sí mismos y dejar de lado su singularidad?
Algunos de los precios que observo que paga la gente son, a saber:
a- insomnio
b- bajos niveles de autoapreciación
c- desvalorización
d- activación continua de las capacidades de la rabia y altos niveles de frustración en el el circuito vital
e- relaciones insanas y disfuncionales
f- soledad existencial y vacío emocional
g- ausencia de alegría
h- ausencia de agradecimiento y fijación neurótica en el lado negativo de la vida
i- exceso de peso
j- conflictos con todo lo que cruza su vida
k- no asunción de las responsabilidades, esto es, sólo se tienen en cuenta los derechos lo cual, a su vez, fomenta el victimismo y el fanatismo
l- ser propensos a que nos tomen el pelo, esto es, que nos la dén con queso y que seamos presas de pseudo profesionales que nos prometen milagros a cinco euros y con cero gramos de esfuerzo. O lo que es lo mismo, adiós a la capacidad de la intuición y del discernimiento
m- complejo de inferioridad (= poner a otros en un pedestal)
n- complejo de superioridad (= ir denigrando a otros por ahí)
ñ- adoptar el mobbing (acoso o terrorismo psicológico) como modus operandi para con otros del club de las ovejitas
o- clonarse, esto es, convertirse en un clon de otras ovejitas del club
p- desaprovechar las oportunidades de nuestro destino humano
q- desaprovechar las ventajas de nuestro origen divino
r- permanecer en “modo cisne dormido”
s- no hallar a los de nuestra manada
t- no cumplir nuestro destino o misión vital
u- no ser uno mismo = no desplegar las alas
Eso sí, no siendo uno mismo uno está rodeado de la multitud que conforman las ovejitas del club de los humanoides…
Por consiguiente, o genialidad o miembro del club de las ovejitas. Usted elige.
La genialidad es hija de la libertad, sin ella aquella no puede existir. Por activa y por pasiva se nos cuenta que los genios con los que ha sido bendecida la humanidad tenían algo en común: se saltaban las normas, exploraban caminos diferentes, no tenían miedo a ser distintos, es más, les encantaba ser diferentes (la gran paradoja es que siendo todos tan únicos e irrepetibles como somos nos empecinemos en parecernos los unos a los otros cual clones al estilo ovejita Dooly…)
Diferenciación.
Ruptura de patrones de comportamiento ovejeril.
Asunción y exhibición de la singularidad.
Atrevimiento.
No querer ser como otros sino amar el ser diferente.
Divertirse, aprender y enriquecerse con las diferencias.
Amar la diversidad.
Ser un rompemoldes.
Alardear de la genialidad.
EJERCICIO:
1. Si usted fuese…
1.1. Un color
1.2. Un animal
1.3. Un edificio
1.4. Un mueble
1.5. Una planta, vegetal o árbol
1.6. Una música
1.7. Un coche
a )¿Cuál sería?
b) ¿Por qué sería “eso”? (Dé al menos 3 razones)
2. ¿Quién es esa persona que ha hablado así o se ha descrito de esa manera en el apartado 1? Es decir, ¿qué metáfora haría de sí mism@ y cómo se presentaría a otros?
3. Escoja una de las siguientes capacidades: Dignidad, Amor, Intuición, Discernimiento, Perdón, Compasión y empatía, Juego, Alegría, Sanación, Creatividad, Magia, Sentido Común, Sentido del humor, Libertad, Genialidad, Confianza, Sabiduría, Lucha, Instinto.
4. ¿Cómo describiría o definiría dicha capacidad escogida? Imagine que tiene que explicarle a un extraterrestre lo que usted entiende por esa capacidad.
5. ¿Qué creencias o ideas asocia usted a esa capacidad escogida?
6. ¿Qué comportamientos asocia usted a esa capacidad o serían los propios de la misma?
7. Dé al menos 3 razones por las cuales le merece la pena ser usted mismo.
8. ¿Qué rasgo talentoso, esto es, talento o don en usted, le gustaría mostrar al mundo.
9. ¿Por qué querría mostrárselo al mundo? Dé al menos tres razones.
10. Si fuese su propia hada madrina, ¿qué deseo se concedería?
11. ¿Por qué se ha pedido ese deseo? Dé al menos 3 razones.
12. ¿Por qué su hada madrina tendría que concederle dicho deseo? Dé al menos 3 razones.
13. ¿Quién es esa alma, esto es, qué tipo de alma se pediría dicho deseo?
14. Si viviese en un mundo de genios, donde todo el mundo es libre para mostrar su singularidad, ¿usted qué identidad tendría?
15. ¿Qué le hace falta o qué tendría que darse para decidirse a ser lo que ha dicho que sería en el punto 14?
16. Confecciónese –al menos 3- creencias motivadoras e impulsadoras, esto es, unas creencias o ideas que le automotiven a ser usted mism@ cada día. Sea su mejor sponsor, mentor, coach y hada madrina.
REGALO:
Extracto del libro LA REINA QUE DIO CALABAZAS AL CABALLERO DE LA ARMADURA OXIDADA, RBA
Autora © Rosetta Forner
Capítulo 5
EL MANIFIESTO DE UNA REINA
Según las encuestas de expertos en la materia, SI ERES Y VAS DE REINA POR LA VIDA… Está asegurado: ¡TE QUEDAS SOLA-SOLTERA¡
¿Qué no te lo crees?
Pues léete los libros que sobre el tema hay, al menos en España, publicados. Lo aseguran los expertos: al hombre español no le gusta que una mujer muestre lo inteligente y exitosa que es. ¡Vamos, que lo que le gusta es una mujercita que no le haga sombra! Pero no vayas a pensar que quiénes lo afirman son solamente hombres. No. También lo afirman mujeres, entre ellas, psicólogas, para más señas. Según ellos (han basado sus conclusiones en una encuesta realizada a 1500 hombres, y en las conversaciones que se dan en la consulta de terapeutas y psicólogos), las mujeres que mostramos nuestros dones… somos candidatas a ser unas fracasadas emocionales, porque los hombres de éxito no quieren a su lado mujeres ídem, ¡no! Las prefieren calladitas, discretas, monas, ¡eso sí!, limpias, aseadas, elegantes, buenas conversadoras, pero jamás tan brillantes como ellos… O sea, que nos vemos ante la disyuntiva de tener que escoger entre el binomio “éxito profesional + fracaso emocional” o su alternativa “éxito emocional + fracaso profesional o renuncia a la púrpura profesional”.
Nosotras escogemos.
Por mi parte, dado que el estudio se basa en una muestra –y, por representativa que ésta pueda ser, no es un censo-, prefiero pensar que algún especimen diferente –raro, inclasificable- se les habrá escapado, digo yo.
O, ¿no?
No. Y, por no creer no creo ser una ilusa, ni estar alucinando.
Asimismo, me niego a perder la esperanza de hallar reyes solteros, de mi edad, que no sean gays, y que hablen alguno de los idiomas que yo hablo. Si existen mujeres diferentes que, por cierto no solemos aparecer reflejadas en las encuestas –lo cual no deja de ser preocupante, a la par que curioso-, también deben existir ellos.
¿No lo crees así?
Las creencias determinan nuestro destino, conforman nuestros días y confirman nuestras esperanzas y temores. Algunas de las creencias que dan aliento a nuestro guión vital son prestadas, es decir, en nada tienen que ver con las creadas por uno mismo. Por prestadas me refiero a esas creencias (idea/s que se tiene sobre un determinado asunto o persona), que vienen del exterior (referente externo), y no del interior (referente uno mismo: cosecha propia.) Tantas y tantas creencias sociales circulan desde hace siglos que las personas, hombres y mujeres, las hemos adoptado y convertido en realidad, porque tanta responsabilidad tienen los hombres como las mujeres. Si ellas se consideran inferiores, si creen que para poder triunfar en el amor han de sacrificar sus ideales intelectuales o personales –pues no deja de ser una aspiración personal, lícita y consustancial al ser humano, el querer prosperar profesionalmente poniendo en acción las capacidades y aprendizajes que uno lleva en su interior-, así será. Somos aquello que creemos, tanto si nos gusta como si no nos gusta asumir dicha responsabilidad sobre nuestra forma de pensar. Es más, las ideas son formas de energía, ondas que circulan y, aunque no se vean, tienen su incidencia y su implicación en la co-creación de una realidad global. Si por el hecho de llevar traje físico de mujer considero que puedo hacer esto, y no puedo hacer lo otro, así será. Mi identidad se construye en base a las creencias que tengo acerca de mí misma en sus distintos niveles y el mundo en general, así como en base a la interacción de esos dos mundos: Yo misma y la sociedad.
Tú escoges: reina o esclava.
Yo, ya escogí: soy reina por derecho propio de nacimiento.
¿Estoy sola?
Cierto.
Pero mi soledad es simplemente temporal.
No tengo pareja.
Cierto.
Pero, ¿quién necesita una que disimule la soledad de uno mismo?
Yo, no.
Si eres de las que necesita al lado un cuerpo que respire, atente a las consecuencias. La soledad en pareja es la peor que existe. Nadie, ni mujeres ni hombres, deberíamos envenenarnos el alma obligándonos a estar en una relación simplemente porque nos aterroriza estar solos, o porque no nos sentimos completos, o porque no queremos darle la razón al mundo en cuanto a que somos unos fracasados emocionales por no tener pareja. Lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos es seguir a nuestro corazón, haciendo solamente aquello que nos proporciona placer, felicidad, tranquilidad y serenidad a nuestra alma. Cuidar de uno mismo, esa es la clave. No hay estados ideales. No se es un fracasado por estar sin pareja.
Te cuento qué entiendo por fracaso, es más, te invito a que tu también reflexiones a cerca de este “arquetipo.” Por fracaso entiendo el obligarme a mí misma a hacer algo que no me hace feliz. Algo, que además de no producirme felicidad alguna, conlleva asimismo la supresión de algo más, ya ésta sea paz, alegría, ilusión, dinero, sosiego, inspiración, amigos, tiempo para pensar, sueños, horas de descanso, puestas de sol, etc. Fracaso es todo aquello que va contra mi dignidad. Por consiguiente, cuando lo qué hago atenta contra mi dignidad estaré fracasando en aquello que haga, no importando lo qué esto sea. Por el contrario, si independientemente de que haga lo qué haga, lo hago convencida y en plena armonía con todo mi ser, entonces, y sólo entonces, podré hablar de triunfo.
Haríamos bien en independizarnos de las ideas que nos ha impuesto, o colado, la sociedad, pues somos esclavos en una sociedad de libertos. “¿Esclavos?”, parafrasearás al tiempo que se dibuja una mueca de incredulidad en tu rostro.
Sí, esclavos.
Estamos esclavizados a nivel de ideas.
En una sociedad tan mediática como la nuestra es fácil “insertarnos a nivel subliminal” un montón de ideas mermadoras de la independencia de pensamiento individual. Asimismo, está la presión social para que nadie persista en su intencionalidad de ser diferente y salirse de la norma, ya que una sociedad formada por borreguitos es más fácil de domeñar, controlar y poner en estado de trance consumista.
Yo, reina.
Y, tu… ¿qué escoges?
Si escoges ser damisela de diadema floja, atente a las consecuencias. Pero, sobre todo y ante todo, deberías evaluar seriamente el verdadero precio que pagarás por tener un hombre a tu lado, uno cualquiera, del que tal vez no estés enamorada sino enganchada. Y, que además te –directa o indirectamente- ningunee de mil y una maneras: desde el tenerte que hacer la tonta para que él no se sienta inferior, hasta esconder tus dones y auténtica personalidad permitiendo vejaciones de todo tipo. Aunque, si quieres que te diga la verdad, mi verdad, no hay peor vejación que la que un ser humano se inflige a sí mismo cuando traiciona su integridad, esto es, dejamos de ser nosotros mismo para que otro ser humano siga con nosotros. El precio que se suele pagar es el de la propia vida (suicidio psicológico, enfermedades físicas varias, infelicidad, depresión, envejecimiento prematuro, etc…) No te quiero asustar. Simplemente, pretendo llamar tu atención sobre aspectos que, ya en su día –las mujeres valientes y pioneras del feminismo, aquellas que, a principios del siglo XX, se alzaron en pie de guerra para lograr el sufragio universal. ¿Recuerdas que hasta hace bien poco las mujeres no tenían derecho al voto? Y, eso en una sociedad llamada moderna, y post-industrial-, le mostraron al mundo. Muchas mujeres felices, auténticas y valientes están felizmente casadas, o lo estuvieron. Evidentemente, lo hicieron con hombres que merecen la pena, de esos que no aparecen en la encuestas. Si has tenido un padre fuera de lo común, es decir, no-machista, o un abuelo fuera de lo común, entonces eres una privilegiada como yo. Las almas viejas, experimentadas y valientes, cuya misión vital tiene que ver con el derribar barreras de desigualdad, escogen nacer en hogares formados por seres o almas excepcionales que, a su vez, creen firmemente en la igualdad de los seres humanos con independencia del traje físico.
Vuelvo a las feministas que tanto lucharon por la igualdad. Ellas no pretendían esclavizar al hombre en ningún sentido: no se trataba de rebajarlo sino de elevar a las mujeres a rango de igualdad. Tampoco se trata de dejar de ser femeninas y adoptar los patrones disfuncionales del hombre. Una mujer puede ser femenina y a la vez tan inteligente, capaz y resolutiva como un hombre, o más. Simplemente, porque las capacidades del ser humano no tienen sexo. La determinación, la valentía, el coraje, la inteligencia, la imaginación, el análisis, la creatividad, la lógica, la intuición, la sensibilidad, la iniciativa, la coherencia, la ternura, el romanticismo, la inventiva, la genialidad, la ira, la frustración, la competitividad, etc., pueden hallarse tanto en un hombre como en una mujer, esto es, es cuestión de personas y no de género. Las almas, ya lleven traje de hombre como traje de mujer, exhiben su particular singularidad estructurada en base a capacidades de igual referencia –pues todos tenemos la misma oportunidad de poseer características del mismo rango-, combinada con el desarrollo que cada uno ha hecho de las mismas a lo largo de sus diversas vivencias humanas, potenciación de los talentos, el cómo ha cocinado sus vivencias, ha enfrentado sus lecciones vitales y lleva el libro de su vida humana como alma.
Igualdad a nivel de alma es real, existe, y eso nadie nos lo puede negar.
Algunas cosas son ciertas las crea la gente o no, esto es, no dependen de la creencia de alguien para convertirse en verdaderas y reales.
Asimismo, recuerda que no se es mejor ni peor, ni inferior ni superior, ni más poderoso ni débil en función de nuestro rol social-profesional, esto es, nuestro comportamiento o rol dentro de la familia, la empresa, o la sociedad en suma. Por consiguiente, la ocupación ya sea esta la de madre, cuidar de los hijos, ama de casa, presidente, minero, albañil, médico, juez, directiva, abogada, escritora… es tan digna como cualquiera. No se es mejor persona por ocupar cargo directivo, ya que tan válido como ser humano es un albañil como el presidente de una gran compañía mundial, les diferencia el cargo, el sueldo, pero no el alma.
Cuando uno se rige por criterios externos de poder, ha de atenerse a las consecuencias de no sentirse nunca suficientemente valorado, tranquilo y con paz de espíritu.
Ya se sabe lo que dice el refranero español: “Tanto tienes, tanto vales.” Si permites que una persona te valore por la cantidad de dinero existente en tu cuenta corriente, el nivel de tu salario, el barrio donde está ubicada tu casa, el segmento de coche que posees…
Sinceramente, es como ir montado en un patinete sin frenos cuesta abajo por un pavimento bañado en aceite… ¡Ni te cuento la leche que te darás! Si tu, a tu vez, valoras a los demás según criterios externos, quedas expuesta a darte la ídem con el patinete… Te cuento que leí en el libro de una psicóloga mundialmente famosa que hizo una “prueba” en una de sus conferencias sobre desarrollo personal, el cual consistió en lo siguiente: les mostró dos perfiles de dos hombres diferentes. El uno era amable, honesto, de fiar, íntegro, cabal, inteligente, humano, sencillo, emotivo, buen compañero y amigo, con un alma sensible. El otro, por el contrario, era un donjuan, mujeriego, mentiroso, escurridizo, canalla, machista, racista, poco de fiar en suma. ¡Uf!, es comprensible si adivinas el hombre que todas las asistentes a la conferencia dijeron que escogerían, sin dudarlo ni un segundo, como marido o compañero de vida. Obviamente, fue el primero. ¡Ah!, lo cierto es que ahí no termina la historia. No. Resulta, que la conferenciante había obviado un simple detalle: ¡el económico!, nada más y nada menos. ¿Qué crees que sucedió cuando desveló que el primero tenía por oficio el de albañil, y el segundo era un alto ejecutivo de una multinacional? Todas, o casi todas, cambiaron su elección. ¡El status socioeconómico y profesional fue determinante. Aquellas mujeres que decían preferir los valores interiores, no tardaron en mudar su postura cuando se trató de su status social. ¡Mentirosas!
¿No?
Oh, lo siento. Siento mucho tener que decir lo que dijo la psicóloga en su conferencia, pero lo voy a decir, les espetó en toda la cara la verdad de su hipocresía social: “¿Entendeís ahora porque os va tan mal en las relaciones románticas y de pareja? No es verdad que os importe más el interior que el exterior. Si eso fuese cierto estaríais con hombres buenos y no con canallas que os destrozan el corazón y os lo dejan como si hubiese pasado un ciclón demoledor de intensidad imposible de calcular. Mientras os importe más el exterior que el interior sólo os sentireis atraídas hacia tipos indeseables.”
¡Uf!
¡Uf!, digo yo.
A veces, duele que nos arranquen el velo de la armadura. Pero, ¡se pasa pronto! Por consiguiente, lárgate de la esclavitud social y comienza a escribir tu propio guión vital. Grábate a fuego en tu maravillosa corona que no se es más exitoso por tener esto o aquello o ser esto o aquello a nivel profesional (mi abuela decía que castillos muy grandes han caído.) Independízate y define el éxito.
Una reina tiene su propio reino y decide sus propias leyes y normas. Asimismo, emite sus propios decretos.
Tu reino es tu vida.
Tu vida es tu reino.
Tus normas son tus ideas.
Ser reina es gobernar la vida propia.
Sey rey, es hacer lo mismo.
De hoy en adelante cámbiate el nombre y pasa a llamarte: REINA, o REY, según seas hombre o mujer (me refiero a la identidad de tu traje físico o envoltorio terrenal.)
“Si has intentado encajar en algún molde y no lo has conseguido, probablemente has tenido suerte. Es posible que seas una exiliada, pero has protegido tu alma.”

Fuente:
http://www.pnlnet.com/de-la-libertad-a-la-genialidad/