A finales de 1996 salió a la luz pública un libro titulado What your doctor doesn´t know could kill you (Lo que su médico no sabe podría matarlo) del escritor norteamericano William A. Kent.
Lo cierto es que resalta sobre este tema, la falta de conocimiento de los hallazgos científicos por parte de muchos médicos, que se puede notar incluso en un editorial publicado en la revista de la Asociación Médica Americana en que se dan a conocer los resultados del reciente estudio que señala los riesgos de la ya mencionada terapia.
En ese editorial se catalogan dichos resultados como sorprendentes e inesperados. En realidad lo que afirman no tiene nada de sorprendente ni de inesperado y, de hecho, como señalan los propios autores del estudio, ya existían desde hace varios años datos que indicaban numerosos riesgos relacionados con las terapias de reemplazo hormonal.
Estos y otros estudios estaban disponibles desde hace varios años, sin embargo son desconocidos para la mayor parte de los médicos. Lo cierto es que muchos médicos se atienen a la información que les proporcionan las compañías farmacéuticas y con su ajetreada práctica no tienen tiempo para leer y mucho menos analizar estudios científicos.
En 1966 el ginecólogo norteamericano Robert Wilson escribió un libro titulado Feminine Forever en el que afirmaba que las mujeres podían retrasar por unos 20 años los síntomas de la menopausia y mantener el aspecto juvenil con el uso del estrógeno durante la menopausia.
Las aseveraciones de este médico transformaron la mentalidad de la época y a partir de entonces millones de mujeres comenzaron a tomar estrógeno para aliviar trastornos como bochornos, sudores nocturnos, hipertensión arterial, aumento de peso, problemas del sueño, resequedad vaginal.
Además, se decía que era necesario para evitar la osteoporosis, reducir los riesgos de enfermedades cardiacas y mejorar la agilidad mental, a la vez que disminuir el riesgo de padecer el mal de Alzheimer.
Sin embargo, desde el principio se sabía que esta terapia representaba una serie de riesgos. Uno de los primeros problemas que se presentaron, fue el hallazgo de que el estrógeno aumentaba en gran medida el riesgo de presentar cáncer de la matriz y con el propósito de evitar esto se comenzó a usar una combinación de estrógeno con progesterona o una variación conocida como progestina que se absorbe mucho mejor.
Los riesgos reconocidos ahora de la terapia de reemplazo hormonal parecen hacen más relevante que nunca el tema de ese libro, ya que ahora está comprobado que las mujeres que toman la combinación de estrógeno y progesterona tienen mayor riesgo de sufrir accidentes cerebrales, ataques cardiacos y cáncer de las mamas. Y mientras más tiempo se haya empleado la terapia de reemplazo hormonal mayores son los riesgos.
La menopausia es el cese de funciones de los principales órganos reproductivos de la mujer, a saber: los ovarios. En la gran mayoría de las mujeres esto ocurre entre los 45 y los 55 años de edad y va precedida por un periodo conocido como perimenopausia que puede exceder los diez años, en los que la ovulación y la menstruación se tornan cada vez más irregulares.
Hay que recordar que además de almacenar y liberar óvulos, los ovarios producen varias hormonas entre las que se encuentran estrógeno, progesterona y testosterona.
En la menopausia además de terminar las posibilidades reproductivas de la mujer, se produce una disminución radical en los niveles de estas hormonas.
El estrógeno en particular, cumple numerosas funciones en el cuerpo. Es de gran importancia para el funcionamiento de diversos tejidos incluyendo las membranas mucosas, los huesos, la piel y las arterias por lo que su carencia durante la menopausia tiene grandes efectos.
No obstante, pequeñas cantidades de estrógeno son producidas en otras partes del cuerpo como las glándulas suprarrenales, que también producen testosterona la cual puede ser convertida en estrógeno por el propio cuerpo.
Algunos estudiosos señalan que luego de unos años, el cuerpo se ajusta naturalmente a los reducidos niveles de estrógeno y cuestionan la práctica de ingerir esta hormona.
Los productos hormonales farmacéuticos que se utilizan como terapia de reemplazo hormonal, suelen provocar diversos efectos adversos como dolor de cabeza, irritabilidad, inquietud, cambios de humor, náuseas, aumento de fibromas del útero, aumento de peso, sangrado vaginal, cambios en patrones de sueño, fatiga, malestar estomacal, hinchazón, acné, sensibilidad en las mamas, entre otros.
Para evitar el riesgo por el uso de hormonas en las mujeres en la menopausia, se recomiendan desde el punto de vista natural, algunas medidas que al ponerlas en práctica, pueden mejorar o aliviar los síntomas molestos que algunas mujeres sufren con motivo de la disminución de los niveles hormonales que llegan con la edad.
Mejorar la dieta. La dieta afecta profundamente los síntomas de la menopausia. Un ejemplo es que las mujeres japonesas que consumen una dieta tradicional rara vez experimentan síntomas desagradables con la menopausia.
De hecho, los bochornos son tan raros en la mujer japonesa, que no hay siquiera una palabra en su idioma para describirlos. Además, las japonesas tienen una tasa mucho más baja de cáncer de mama. ¿Cuál es su secreto? Parece ser la soya, el alto consumo de pescado y otros alimentos que consumen.
Modificar el estilo de vida y el medio ambiente. Se pueden reducir los problemas de la menopausia, así como el riesgo de osteoporosis y enfermedades del corazón.
Un ejemplo es el ejercicio que se ha comprobado ayuda a prevenir la pérdida ósea y enfermedades cardiovasculares. También ayuda en gran medida, no beber alcohol, no fumar y llevar una vida tranquila libre de estrés.
Cimífuga (Cohosh Negro).
La hierba Cimífuga (cohosh negro), tiene propiedades parecidas al estrógeno. Desde 1956, más de 1,5 millones de mujeres en Alemania han utilizado un extracto del cohosh negro para tratar los trastornos de la menopausia con buen éxito y sin efectos secundarios.
Soja o Soya.
La soja o soya es reconocida mundialmente como un recurso práctico para compensar los trastornos hormonales, porque aporta fitoestrógenos, sustancias naturales similares en estructura al estrógeno. La soya puede ser consumida en forma de: brotes, frijoles, lecitina , harina o en cápsulas en su forma de flavonoides de soya.
Semillas de Linaza.
Las semillas de linaza tienen propiedades antioxidantes y también contienen fitoestrógenos que ayudan a regular la función hormonal. Se toma una cucharada de semillas de linaza en yogurt todas las mañanas.
Vitamina E:
La vitamina E es un potente antioxidante que contrarresta el efecto de la oxidación de los radicales libres . La vitamina E puede tomarse a través de la dieta o en cápsulas que proporcionan la ración recomendada.
Ginseng:
La raíz de ginseng tiene muchas propiedades interesantes. Proporciona un impulso de energía y es adecuada para combatir la depresión.
Los cambios de estilo de vida:
Una dieta sana, el ejercicio y un estilo de vida libre de estrés pueden reducir los cambios de humor, bochornos, depresión y sudores nocturnos.
También se recomienda evitar consumir alimentos muy calientes o picantes, así como evitar la harina, el azúcar y la cafeína pues pueden estimular los síntomas.
Muchas mujeres mejoran mucho sus síntomas con la incorporación a su vida de ejercicios de yoga, masaje, meditación, visualización, hipnosis o ejercicios de respiración profunda, pues les ayuda a aliviar la tensión y el estrés cotidiano, que es también una de los principales desencadenantes de los llamados “trastornos” de la menopausia.
Revista Mundo Natural
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