Solo se necesita una botella de plástico rellena de agua con un poco de cloro desinfectante. |
Un pequeño invento está modificando a gran velocidad el paisaje filipino. A menudo nos encontramos con nuevos artilugios tecnológicos que, hasta hace muy poco, eran de ciencia ficción, pero una sencilla invención creada en Brasil que se está propagando por los cinco continentes es de esas que nos hace a todos pensar: “¿cómo no se nos había ocurrido antes?”. Mediante el reciclaje de botellas de Coca Cola se ha logrado crear una bombilla a coste cero que está revolucionando las casas de los más necesitados.
Se trata de una botella de plástico rellena de agua con un poco de lejía, que se coloca en los techos de las casas: gracias a los rayos de sol es capaz de alcanzar una energía cercana a los 55 vatios de potencia durante unos 10 años. La botella se coloca a modo de clarabolla, con la parte superior saliente en la superficie. Para ello, simplemente hay que hacer un agujero en el tejado a la medida exacta de la botella y colocar luego aislante alrededor de la lámpara para sellarlo.
Es ideal para los millones de filipinos que viven en barrios masificados, en diminutas casas amontanadas, muchas de las cuales no disponen de ventanas que dejen pasar la luz natural. El Gobierno local, el Ejército y diversas organizaciones han creado un proyecto llamado 'Un litro de luz', que se dedica a instalar en miles de casas este nuevo ingenio, así como a difundir el concepto y sus beneficios. No solamente por el ahorro económico, también se vende la idea de dejar de usar velas causantes de devastadores incendios cada año en los barrios más pobres, de difícil acceso a los bomberos. Se han colocado ya en unas 20.000 casas, pero se espera llegar a millones que no disponen de recursos suficientes para pagar la electricidad. De hecho, se estima que hay tres millones de viviendas que ni siquiera tienen acceso a la electricidad.
Bombilla Solar instalada en el techo de una casa de Minla |
Tras su instalación, el consumo mensual en electricidad puede reducirse en unos 7 euros, que representa entre un 7% y un 10% del dinero con el que sobreviven mensualmente millones de familias. La idea, aunque destinada a aliviar los bolsillos de los más pobres, está empezando también a calar en países ricos, en espacios donde estas nuevas bombillas pueden ser instaladas: fábricas, cobertizos o almacenes.
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